Desde hace un tiempo, los talleres de fábrica están experimentando un cambio, la causa es la aplicación del proyecto OOL (Organización, Orden y Limpieza), un método japonés con el que se pretende que los talleres pasen a ser lugares agradables, seguros, limpios y en definitiva se pueda trabajar sin estar echando pestes de todo y todos.
Este programa se ha instaurado en Pontevedra y el resultado (según informe fotográfico del antes y el después) es espectacular. El truco de este sistema es que lo llevan a cabo los mismos trabajadores, ellos van viendo la evolución, realizan el esfuerzo y finalmente se sienten orgullosos del resultado, valorando el camino andado, comprobando que sí era posible sacar a la luz su taller, lo cual supone la clave del mantenimiento en el futuro de las instalaciones en ese estado de orden perfecto.
En los tiempos que vivimos de escasez de personal propio y con el ritmo de trabajo frenético, estos planteamientos parecen de ciencia ficción, no obstante la dirección está por la labor y dice que no escatimará medios para el afianzamiento de esta nueva cultura en los talleres.
La polémica saltó cuando se comenzó a hacer limpia de los talleres, desmantelando esos almacenes clandestinos de cacharros viejos (para algunos) y de soluciones para muchas ocasiones (para otros). Dado la escasez de materiales que en tantas y tantas ocasiones sufrimos en nuestro almacén, el tener un almacenillo con restos de equipos, piezas específicas de instalaciones desmanteladas, materiales recuperados o por recuperar, es una tranquilidad. Cierto es que nos gusta guardar muchos trastos, pero como decía mi abuelita: “quien guarda halla”.
En fin, seguiremos la evolución de nuestros talleres y no cabe duda de que la organización, el orden y la limpieza son siempre positivos.
Este programa se ha instaurado en Pontevedra y el resultado (según informe fotográfico del antes y el después) es espectacular. El truco de este sistema es que lo llevan a cabo los mismos trabajadores, ellos van viendo la evolución, realizan el esfuerzo y finalmente se sienten orgullosos del resultado, valorando el camino andado, comprobando que sí era posible sacar a la luz su taller, lo cual supone la clave del mantenimiento en el futuro de las instalaciones en ese estado de orden perfecto.
En los tiempos que vivimos de escasez de personal propio y con el ritmo de trabajo frenético, estos planteamientos parecen de ciencia ficción, no obstante la dirección está por la labor y dice que no escatimará medios para el afianzamiento de esta nueva cultura en los talleres.
La polémica saltó cuando se comenzó a hacer limpia de los talleres, desmantelando esos almacenes clandestinos de cacharros viejos (para algunos) y de soluciones para muchas ocasiones (para otros). Dado la escasez de materiales que en tantas y tantas ocasiones sufrimos en nuestro almacén, el tener un almacenillo con restos de equipos, piezas específicas de instalaciones desmanteladas, materiales recuperados o por recuperar, es una tranquilidad. Cierto es que nos gusta guardar muchos trastos, pero como decía mi abuelita: “quien guarda halla”.
En fin, seguiremos la evolución de nuestros talleres y no cabe duda de que la organización, el orden y la limpieza son siempre positivos.
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