No hay que ser un genio para detectar el estado anímico de la plantilla, sólo con pararte a hablar con cualquier trabajador, sea del departamento que sea, te expone un panorama escalofriante.
Algunos piensan que es la baja producción la que tiene los ánimos por los suelos. Nosotros sabemos que son muchas otras cosas, a las que efectivamente hay que sumarles la baja producción. Si sólo fuera la baja producción, ésta serviría de acicate para motivarnos más, esforzarnos más (si cabe) en reconducir la situación.
Ya hemos hablado muchas veces sobre esas “otras cosas”, hoy queremos hacer reflexión sobre otra cuestión.
Dicha apatía se suma a la mala imagen y gestión que el Comité ha venido dando, por lo que en la confección de las listas a las próximas elecciones, todos los grupos nos hemos visto negros para rellenarlas. Nadie quiere participar de ese órgano aunque todos lo critiquemos. Nadie quiere apostar por cambiar el comité aunque todos pensemos que no funciona.
Y decimos nadie porque queda más impactante, lo cierto es que sí que hay algunos, pocos pero valientes, que se han echado para adelante y que han sido capaces de dejar de lado muchas cosas (familia, aficiones, consideración de la Empresa) para poder aportar algo al colectivo de trabajadores de esta factoría.
Al igual que del anterior Comité se decía que iba a ser tranquilo por no tener que firmar convenio (y mira lo que pasó), este comité se enfrentará a uno de los peores convenios que se conozcan.
Lo peor de pertenecer al comité no es el tiempo que te quita, no es el tener que dar explicaciones ácidas a todo el mundo, no es el perder juicio tras juicio. Es el tener siempre reinando alguna cuestión en tu cabeza, el hacer tuyo el problema de todos, es sumar a tus batallas particulares interiores una guerra colectiva.
Alguien nos dijo una vez que el comité debería ser obligatorio, que todos los trabajadores de una empresa tuvieran que pasar por allí al menos una vez en la vida, como la peregrinación a la Meca, para entender lo que es eso. Nosotros, desde entonces, pensamos igual.
Por todo ello, queremos dar las gracias a todos los que han reunido el coraje suficiente como para querer entrar en el próximo comité, vayan en la lista que vayan.
Algunos piensan que es la baja producción la que tiene los ánimos por los suelos. Nosotros sabemos que son muchas otras cosas, a las que efectivamente hay que sumarles la baja producción. Si sólo fuera la baja producción, ésta serviría de acicate para motivarnos más, esforzarnos más (si cabe) en reconducir la situación.
Ya hemos hablado muchas veces sobre esas “otras cosas”, hoy queremos hacer reflexión sobre otra cuestión.
Dicha apatía se suma a la mala imagen y gestión que el Comité ha venido dando, por lo que en la confección de las listas a las próximas elecciones, todos los grupos nos hemos visto negros para rellenarlas. Nadie quiere participar de ese órgano aunque todos lo critiquemos. Nadie quiere apostar por cambiar el comité aunque todos pensemos que no funciona.
Y decimos nadie porque queda más impactante, lo cierto es que sí que hay algunos, pocos pero valientes, que se han echado para adelante y que han sido capaces de dejar de lado muchas cosas (familia, aficiones, consideración de la Empresa) para poder aportar algo al colectivo de trabajadores de esta factoría.
Al igual que del anterior Comité se decía que iba a ser tranquilo por no tener que firmar convenio (y mira lo que pasó), este comité se enfrentará a uno de los peores convenios que se conozcan.
Lo peor de pertenecer al comité no es el tiempo que te quita, no es el tener que dar explicaciones ácidas a todo el mundo, no es el perder juicio tras juicio. Es el tener siempre reinando alguna cuestión en tu cabeza, el hacer tuyo el problema de todos, es sumar a tus batallas particulares interiores una guerra colectiva.
Alguien nos dijo una vez que el comité debería ser obligatorio, que todos los trabajadores de una empresa tuvieran que pasar por allí al menos una vez en la vida, como la peregrinación a la Meca, para entender lo que es eso. Nosotros, desde entonces, pensamos igual.
Por todo ello, queremos dar las gracias a todos los que han reunido el coraje suficiente como para querer entrar en el próximo comité, vayan en la lista que vayan.